Brenda Cohen, coach ontológica y maestra certificada en 5rhytms, estuvo en el Día C 2025 para invitarnos a sumergirnos en un viaje hacia la conexión con la sabiduría de nuestro cuerpo, el autoconocimiento y el despertar de la conciencia. Tras una breve introducción en la que detalló los beneficios de una técnica que consiste en moverse libremente al son de la música, invitó al público del Kursaal a practicarla con ella, lo que derivó en una danza común a la que pocos pudieron resistirse. El objetivo: despertar la creatividad.
“No soy bailarina”, comenzó diciendo tras la proyección de un vídeo en la que aparecía bailando. “Acá no hay coreografías”, añadió. “Tengo una disciplina”, continuó explicando, “la de ser un espíritu libre para alimentar mi libertad expresiva”.
Señaló que disciplina y libertad pueden parecer conceptos antagónicos, pero no lo son. “Igual que entrenamos tantas cosas con disciplina, muchos de nosotros necesitamos entrenar la libertad diariamente. Y ese es mi caso. Encontré una práctica, la de los 5 ritmos, que transformó mi vida y despertó una pasión. La de crear espacios donde las personas puedan sentirse libres de expresarse auténticamente. Porque creo que el cuerpo es un atajo para que podamos bucear libremente en nuestros universos creativos”.
Una forma de liberar la imaginación
Explicó que es guía de una práctica que trabaja con el movimiento libre de los cuerpos y que pasó a detallar. “Una práctica que propone una forma de conocernos, de expandirnos y de habitar el mundo. Para crear un terreno fértil donde poder explorar nuestra creatividad y expresarnos libremente”. Y añadió: “Cuerpos que se entregan y dialogan, que se entienden sin hablar. Se unen buscando su ritmo, buscando lo auténtico. Cuerpos que abandonan la dureza de los huesos, las tensiones de los músculos. El aire viaja desde los pulmones hasta la piel y sale del cuerpo transformado en movimiento. Y, de pronto, algo se abre, algo se ablanda. Porque cuando nos movemos libremente, evocamos pensamientos, estimulamos sensaciones y, sobre todo, liberamos nuestra imaginación. Aprendemos a darle valor a cada gesto. Y en una cultura que tiende a igualarnos, con esta práctica potenciamos nuestra singularidad”.
Tras esta introducción, Brenda Cohen propuso a los allí presentes moverse libremente durante los siguientes 25 minutos. Y vaya si lo logró. El público del Kursaal comenzó a vibrar al son de la música, llenando incluso el escenario para bailar junto a ella. Una experiencia mágica y casi tribal, a la que fue prácticamente imposible no unirse.